Niños migrantes duermen en el piso frente a COMAR

Los efectos colaterales de los acuerdos de los Tres Amigos están frente a la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados; los migrantes quieren llegar a EU, pero deben lograr permisos para el tránsito por territorio mexicano, el tercero involucrado (más que nunca) en el flujo humano Decenas de niñas y niños originarios de Venezuela, Brasil, …

Los efectos colaterales de los acuerdos de los Tres Amigos están frente a la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados; los migrantes quieren llegar a EU, pero deben lograr permisos para el tránsito por territorio mexicano, el tercero involucrado (más que nunca) en el flujo humano

Decenas de niñas y niños originarios de Venezuela, Brasil, Haití, Afganistán, Cuba y Hong Kong duermen en la banqueta frente a la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR). Llevan allí una semana en espera de que la Comisión le dé respuesta a su familia.

Los migrantes que se han estacionado frente a COMAR tienen el objetivo final de lograr una visa humanitaria para entrar a Estados Unidos. Bajo las nuevas estrategias migratorias de los Tres Amigos de Norteamérica, México es no sólo tierra de tránsito, sino un punto donde deben enfrentar exitosamente trámites locales a efecto de que su marcha no se vea frustrada prematuramente.

Las familias han dormido en los últimos días, especialmente fríos, con apenas una cobija, algunos otros con la ropa que traen puesta. La cuestión es no dejar el lugar que tienen en la fila para entrevistarse con un funcionario mexicano.

Cartones, mantas o velos son extendidos sobre el cemento de la banqueta para entumirse por el frío. Sobre ellos también son acostados los pequeños. Algunos pequeñines, de tres años, van y vienen durante el día en unos pocos metros cuadrados. Un pequeñín de tez blanca, afgano, está recostado y es de los más quietos. Se intoxicó, está lleno de ronchas y no logró atención médica este lunes. Deberá esperar a que Médicos sin Fronteras le eche un ojo este martes.

Las familias esperan así a que les toque su turno para ingresar a las instalaciones de la COMAR y pugnar por ser de los afortunados que logren el permiso.

En las caritas de los pequeños se refleja la angustia de quien no sabe qué va pasar. Una familia afgana destaca precisamente porque el niño intoxicado es uno de los ochos infantes que Zahara, la madre, lleva a cuestas. Un venezolano, también en la fila, pidió apoyo médico, pero por la hora no la lograron.

Zahara relata que llevan 30 días en México y que desde el domingo llegaron a las oficinas de Comar, “no tenemos ropa de invierno; las noches son muy duras y ya se enfermó mi hijo… solo queremos un permiso de salida para llegar al border”.

La cantidad de migrantes que se apuntaron a una lista en este arranque de semana es 578 personas; no hay garantía de que serán los únicos. Sólo 80 son atendidos al día.

De día, la fila de migrantes frente a COMAR no luce tan larga. Pero llega la tarde y el número comienza a incrementarse. En la noche y en la fría madrugada, la dimensión del problema ya no puede ocultarse.

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